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SOBRE MESA ELECTORAL

Por: Alonso de León\r\n\r\nTecate, B.C.- Ante  un verano que acaricia las tardes, tengo la necesidad de decir algo sobre los recientes sucesos públicos de mi ciudad, ante ello,  es casi imposible pensar, de por sí, se juega uno la etiqueta  rápida, ya que pensar es mal visto por las mentes que vitorean la capacidad de ejecutar. En la tarea de ordenar lo que pasa por mi mente, surgen las exigencias del rigor de mi profesión, las cuales me orillan a la búsqueda de  información suficiente. Entonces  aparece la nada, que para mí es la existencia de muchas cosas revueltas que no dicen nada, o que no le hemos encontrado palabras para definirlas, así, ausentes se pasean frente a nosotros, no siendo, pero estando. De todas maneras decidí escribir, pues en ocasiones, los intentos dejan algunos rastros para el futuro.\r\n\r\nPrimero, algo que me mantenía ocupado es la sensación de vacío que existen en los periodos post electorales.  A nosotros, siempre nos causa confusión que manden muchos, o que manden menos unos o más otros, a quien no, no sabemos a quién obedecer dirían muchos, todos las organizaciones o sociedades pudieran comprender el tema, pero más bien a nosotros nos queda claro quién manda menos o quien ya no manda y lo mandamos lejos, en estos tiempos, corre con el viento de estos veranos, después de junio o julio, el rumor sobre  alguien que está detrás de las mamparas, que lo visitan los que desean ser mandados o mandar, todos juntos, el visitado y el visitante, ya han mandado lejos al que todos dicen que manda hasta ahora. Lapsus de transición en donde todo se detiene o pospone, aceptación tácita de tiempo muerto, inexistente, que hace de lo que sucede, pasaje negro, oscuro, casi sin nada que recordar, o hacer, ya vendrá aquel que podrá, ahora no podemos, por lo que esperamos. Nuestra idea del tiempo acelerado o inexistente.\r\n\r\n  Por segundo plato, tenemos ese sentimiento de ver de nueva cuenta ganar al partido oficial en mi ciudad, sin merecerlo, pues su papel en el gobierno ha sido mala. Una sensación de ataque a la razón o la  escasez de defensa de la misma. La razón que llega con la precisión de la lógica y comulga en el sentido común, es perseguida  por los sentimientos provocados por los corazones rotos, las almas abandonadas que no les apetece la soledad y buscan  el amor sin encontrarlo, una especie de brote del abandono y despedida permanente, de adiós constante, como cinta que se repite una y otra vez en la escena de la parada de autobús o el puerto, una población con síndrome de Penélope. Así se tambalearon, con una  sonrisa nerviosa, los que sentían cerca las manos que jalaban su barco a puerto, para trepar en él, muy pronto, se dieron cuenta que la poca agua que quedaba de por medio les permitiría seguir en su bote que se hunde, pero les llevaría a donde ellos les encanta llegar, mandar y no nadar, en aquellas aguas negras de tanta basura y mierda que ellos tiraron.\r\n\r\nFue muy frustrante ver como los que defenderían la ciudadela, terminaron confundidos por la eminente posibilidad de gobernarla, ambición y un infantilismo que termino siendo un fracaso anunciado, doloroso para algunos, decepcionante para muchos, de risa para los que sabían que pasaría. Así en absurdos simbolismos y analogías de la cursilería poética, podemos decir que ante la eminente necesidad de despertar, nos han dejado solo con el sueño, pues aun parece, no se alcanzan los apetitos dispares de la gente, aquellas aromas que se fabrican con la voz y que no terminan de encantar los estómagos vacíos de muchos. No los culpo, a mí también la sopa, austera y recién salida del horno  me dejo una aroma de podrido, que parecencia más bien al olor  de algo que estaba debajo de la mesa, lo cual hacia que se perdiera la esencia de aquel olor sabroso de una buena sopa, con sencillos ingredientes. Después me dieron ganas de vomitar ante la mezcla.\r\n\r\nNo se puede ver en positivo, el ánimo y el autoayuda podrán funcionar un momento sobre todo en las mañanas, así fue, ese lunes después de las elecciones. Hoy sigue siendo un día soleado, era la frase que me hacía melodía en mi mente camino al trabajo, ante el silencio de las risas que adivinaban sabiamente su destino, aceptándolo como viene, o sin saberlo, ignorando mi expectación, asombro o enojo, casi diciendo con su plática -sobre lo sucio de los pisos, lo alto de los cerros y lo fuerte de aromas de los puestos-,  nos importa madres, porque seguro a ellos también. También por lo que pudiera ser camino de caídos y escenas de funerales, corbatas negras y camisas blancas, rezos de resurrección, hay un gesto nada sincero de dolor, que a la vista de abrazos sonoros, se acompaña por un nos vemos después, que se asemeja a la muerte del que bajo su tumba, deja los bienes en específico testamento, que guardan celosamente los que ahora cafetean las esperanzas de cambio de los que en verdad lo quisieron.\r\n\r\nUna muerte anunciada que pesada, a hombros, la cargamos, nos hace trazar una línea en el camino, Oscilante, del repudio al interés. Camino el destino, que volvió a poner los dados, listos, para que todo siga igual, quizás peor, por el momento, nos miramos de reojo, nos decimos sobre el hombro cosas y esperamos, ya la cosa está hecha y hay que recoger el tiradero.\r\n\r\nLa sensación del fiasco, ante el festejo burlón del que se sabe ganador, a pesar de los pesares, el que puso  sus apuestas desde hace tiempo, cargando los dados y con ello empeñó su alma al deprecio, confirma altaneramente que a pesar de todo le quieren, así como se oye le quieren y arto, no duda exhibirse y con ello expiarse, con ello les confirma su apostolado y sella con broche las bocas de los hocicones.

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