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HISTORIA DE LA RUMOROSA, LA SIERRA MISTERIOSA XXII

Filantropia en el Hospital de La Rumorosa

Ernesto Sosa Rocha

Parte XXII

En diciembre de 1935, el clima en el Territorio Norte atravesaba por un intenso frío. La nieve cubría la Sierra de Juarez y los termómetros bajaron a menos de cero. Y asi pasan las noches largas los enfermos, acostados sobre los tambores de las camas desrencijadas sin colchones. El periodista Jose Castanedo mencionaba lo siguiente: ¨Todos los enfermos están convertidos en espectros vivientes de la Divina Comedia, y ni siquiera el auxilio que suele mandarles la conmiseración publica llega a sus manos¨. El contraste entre la proximidad del evento navideño y la mención Dantesca.
A pesar de que en La Rumorosa parecía un infierno en la montaña, las festividades navideñas motivaron los primeros actos filantropicos:
¨Ya en prensa esta edición llego´ a nuestro conocimiento, que los apreciables señores Juan J. Robles, Miguel Padilla Aldrete y Roberto Encinas, miembros del Club Rotario de Tijuana, temerosos por los robos que han ocurrido, fueron personalmente a La Rumorosa a llevar cobijas, ropa y algunos alimentos a los enfermos; auxilios que dicho club reunió entre sus asociados para regalarles su navidad a los pacientes o raterías. Sabemos que de Mexicali se les mandara´ también un regalo de Noche Buena. Conviene que los donantes, como los de Tijuana, vayan personalmente a llevarlo, entre tanto no se aclare lo ocurrido en meses pasados¨.
El nombre del ladrón que Jose Castanedo desconocía fue Miguel Delgado. Tal y como lo sospecho el periodista, los robos y desvíos de recursos públicos apuntarían, tarde o temprano, hacia Agustín Olachea. El señor Delgado, delegado municipal en Mexicali del Partido Nacional Revolucionario, declaro al presidente Abelardo L. Rodriguez su apoyo incondicional a Olachea.
Los donativos de Carmen Cantua, una señora proveniente del Valle de Mexicali, Carmen Cantua visito´ varias veces el Hospital de La Rumorosa. En 1946 aparecieron en el semanario El Regional 11 notas relacionadas con las recolectas que emprendió en la capital del Territorio Norte de la Baja California. El 23 de febrero se publico´ una ¨lista de la colecta hecha por la señora Carmen Cantua, para ayuda de los reos de la cárcel de esta ciudad y los enfermos y dementes de La Rumorosa. En dos columnas aparecieron los nombres de 192 ciudadanos y las cantidades de sus donaciones; también se agradeció a Alfonso Rivera, quien no cobro´ los viajes al poblado. Algunos donadores fueron anónimos; otros escribieron ¨un amigo especial¨, y en la mayoría de los casos, la inicial del nombre de pila y el apellido paterno. Un promedio de 150 y 200 donadores aparecieron en los números correspondientes a los días, 2, 9 y 23 de marzo, 13 y 20 de abril, y 11, 18 y 25 de mayo de 1946. El 31 de agosto Jose Castillo, director del semanario, publico´ otra nota sobre el tema:
¨La señora Carmen Cantua hace un llamado a la sociedad de Mexicali, para que a todas aquellas personas que tengan prendas de vestir que ya no usen, se sirvan regalárselas, para ella a su vez mandárselas a los locos y tuberculosos aislados en La Rumorosa. Difícilmente hay una persona que no conozca a la señora Cantua, que año tras año, y por mucho tiempo, ayudada por las generosas personas cuyos nombres ya se han publicado en estas columnas, socorre a los menesterosos, siendo ella la que con la colaboración mencionada, ha hecho los mejores regalos consistentes en ropa, cobijas y calzado a los presos en Navidad, a los enfermos de La Rumorosa en distintas ocasiones¨.
De inmediato Jose Castillo convirtió se imprenta en centro de acopio, para septiembre, habiendo recibido mas donativos, Castillo reitero´ a sus lectores ¨que con sus desperdicios mitigan las penas de los que sufren¨, también recordó que la ropa vieja ¨sera muy útil, pues se acerca el crudo invierno y allá es muy frio, nieva¨. Durante el verano la señora busco´ donativos y en el otoño los repartió entre los locos de La Rumorosa.
Como pueden observar estimados lectores, el Hospital de La Rumorosa no estaba lejos de los campos de concentración Nazi durante el holocausto, contando en nuestro territorio con un nefasto gobierno encabezado por el General Agustín Olachea y sus compinches, descuidando totalmente las necesidades alimenticias, la higiene, la falta de personal medico y la escasa distribución de enseres en los hospitales de La Rumorosa, dejándolos a merced del olvido y de la muerte. Gracias a los diferentes grupos samaritanos que surgieron y ayudaban desinteresadamente a estos desprotegidos, su agonía hubiera sido peor en dicho nosocomio.
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