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CÓDICE QUE DENUNCIA LA DESAPARICIÓN DE LOS 43 DE AYOTZINAPA LLEGA A MUSEO DE CANADÁ

Ciudad de México.- Es el resultado de un trabajo colectivo; un “memorial de agravios cometidos por el virrey Enrique Peña Nieto en la Neo Nueva España en contra de sus súbditos, y principalmente los pueblos originarios”.
Es una denuncia por la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, el 26 y 27 de septiembre de 2014. Tiene la forma de un códice prehispánico, plasmado –en su versión original– en papel kfrat, color café, y mide 6 metros de largo y un metro y 20 centímetros de ancho.

El códice de Ayotzinapa, elaborado por iniciativa de investigadores del INAH, es un reclamo de justicia.

Y es también una pieza artística. En uno de sus segmentos puede leerse que este hecho no esclarecido que cimbró al país a fines de 2014, “despertó la conciencia de todos los pueblos contra estos agravios, liberar la Neo Nueva España de la dominación neocolonial”.

El virrey ha retornado a “las ‘guerras floridas’ para capturar prisioneros, como los 43 guerreros águilas y jaguares del Calmecac de Ayotzinapa, actualmente rehenes del déspota”, se lee en otro fragmento.

Esta historia, una de las más trágicas de la época reciente de México, sigue cruzando fronteras. Así, en forma de códice. Ya llegó a Canadá y ahí se va a quedar.
LA HISTORIA DEL CÓDICE

Cuando la noticia de la desaparición de los 43 agitó al país, investigadores del Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), decidieron que lo menos que podían hacer era presentarse en la normal de Ayotzinapa y manifestar su solidaridad a los familiares.

A fines de octubre de 2014 viajaron a Guerrero. Acordaron enviar una comisión de unos 10 profesores investigadores, entre ellos el historiador Felipe Echenique March y los antropólogos Juan Manuel Sandoval Palacios y Gilberto López y Rivas. Al llegar, se sumaron al reclamo de presentación con vida de los estudiantes y castigo a los responsables de su desaparición.

“Estamos con ustedes, los apoyamos en lo que quieran”, externaron en la asamblea permanente que recién habían instalado los padres de los 43.

Investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, Felipe Echenique recuerda lo que les respondieron: “El mejor apoyo que pueden darnos es no olvidar nuestra exigencia y hacer lo posible por visibilizarla”.

“Por eso se nos ocurrió elaborar el códice”, cuenta Echenique en entrevista con El Sur.
En 2013, los académicos tomaron las instalaciones del Museo Nacional de Antropología durante tres meses en protesta por la “destrucción que la dirección general del INAH hacía en zonas arqueológicas como Tzintzuntzan y los Fuertes de Loreto y Guadalupe”. El público ingresaba de manera gratuita al museo y antropólogos, arqueólogos, etnólogos e historiadores efectuaban visitas guiadas. Así protestaron.

Se realizaron, paralelamente, talleres con estudiantes sobre la recuperación de la memoria y la protección arqueológica. “Se nos ocurrió plasmar las luchas de los académicos contra los funcionarios del INAH para salvaguardar las zonas arqueológicas y que se remontan desde hace años”, narra Felipe.

Este grupo de investigadores se ha vinculado constantemente a movimientos sociales de apoyo y solidaridad a los pueblos originarios. De la experiencia profesional y el conocimiento acumulados surgió naturalmente la idea de crear códices en papel kraft.

Diego Sandoval, hijo de Juan Manuel Sandoval Palacios, es artista visual y él colaboró con las imágenes, dibujadas con lápices de colores. “Hicimos cuatro códices y fueron un éxito entre los niños”, relata Felipe.

El trabajo fue concluido en cuatro domingos. Para fines de diciembre de 2014 estaba listo. El códice final medía seis metros de largo y un metro 20 centímetros de ancho. Foto: El Sur

Así que ante la petición de los padres y madres de Ayotzinapa de no olvidar el potente reclamo de justicia, los académicos acordaron instalarse cada domingo en el vestíbulo del Museo Nacional de Antropología: con los 43 retratos de los normalistas colocados en sillas, repatían volantes que reiteraban la exigencia de su aparición con vida y el rechazo a la versión de que habrían sido quemados en el basurero de Cocula, según la Procuraduría General de la República, conclusión desechada por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Aparte, antropólogos e historiadores acordaron dibujar un códice más: el que contara que los normalistas habían sido desaparecidos por el mismo Estado mexicano.

Echenique y Sandoval Palacios –doctor en antropología física– elaboraron los enunciados que aparecerían en el códice y Diego Sandoval sería el director artístico; él elaboraría en el papel kraft los dibujos con lápiz, pero esta vez las manos de los visitantes al museo tomarían un papel fundamental: niños, jóvenes y mayores fueron invitados a colorear.

Con el paso del tiempo, el códice comenzó a maltratarse. Por eso se fotografió, se digitalizó y se imprimió en tela. Foto: El Sur

De esta forma el códice se convirtió en una pieza elaborada en colectivo.

El trabajo fue concluido en cuatro domingos. Para fines de diciembre de 2014 estaba listo. El códice final medía seis metros de largo y un metro 20 centímetros de ancho.

Fue colocado al pie de los rostros de los 43, a la entrada del museo. Ninguno de los asistentes al museo quedaba indiferente ante esas imágenes, ante ese “memorial de agravios cometidos por el virrey Enrique Peña Nieto en la Neo Nueva España”. Y plasmaban en un cuaderno puesto al lado de los retratos su sentir, su opinión sobre las 43 desapariciones forzadas que aún hoy, 42 meses después, no han sido esclarecidas.

Durante dos años, cada domingo, ahí estuvieron los investigadores, sin falta, de 10 de la mañana a cuatro de la tarde. Desde hace año y medio, se instalan una vez al mes, el domingo previo al día 26, cuando se recuerda con mayor fuerza que a los estudiantes se los llevaron vivos un 26 de septiembre. “Algunos investigadores, por cuestiones de salud, ya no siguen, pero el resto estaremos hasta escuchar una respuesta a la exigencia de su presentación”, exclama Echenique.

Con el paso del tiempo, el códice comenzó a maltratarse. Por eso se fotografió, se digitalizó y se imprimió en tela.

El interés por el códice llevó a que Osorio y el director del Museo de Antropología de Vancouver, Anthony Shelton, se reunieran con Juan Manuel Sandoval y Felipe Echenique en Ciudad de México. Foto: El Sur

EL CONTACTO

La doctora en curaduría Laura Osorio Sunnucks, del Museo de Antropología de la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá, leyó el año pasado un texto sobre la creación del códice, publicado por la revista Proceso. De inmediato buscó a Felipe y Juan Manuel. La pieza le fascinó, sobre todo porque buscaba historias de resistencia social para la conformación e ilustración de una exposición próxima.

“El Museo de Antropología –en Vancouver– se ha alejado de la idea de neutralidad narrativa y se ha comprometido a reflejar posiciones políticas, sobre todo en el contexto del patrimonio indígena”, explica Osorio en entrevista con El Sur.

“La exposición se va a llamar Arts of Resistance: Politics and the Past in Latin America (Artes de la resistencia: Política y pasado en América Latina) e ilustra cómo las comunidades de América Latina utilizan las artes tradicionales o históricas para expresar realidades contemporáneas”.

Como curadora de la exposición, que abrirá el 17 de mayo, Osorio dice que, al poner énfasis en contextos políticos y sociales, espera “confrontar los modos de presentación establecidos y examinar los vínculos entre las fuerzas del colonialismo tanto ahora como en el pasado, además de los aspectos diferentes de la cultura popular”.

El proyecto “ha resultado en la adquisición de varios objetos directamente de comunidades que han sido sometidas a la violencia y el terrorismo patrocinados por el Estado. La exposición puede llegar a influir en cómo las artes y la cultura de América Latina se exhiben en museos y galerías en el extranjero”.

La ceremonia de la entrega del códice a los visitantes de Canadá y de los recursos a los padres de los 43, se realizó el 26 de enero pasado en la sede del Sindicato de Telefonistas, en Ciudad de México. Foto: El Sur

El códice de Ayotzinapa, continúa la doctora, “es un muy buen ejemplo de este tema, no sólo en el uso del patrimonio mesoamericano, por ejemplo, imágenes de los códices del virrey Antonio de Mendoza y el Manuscrito de Aperreamiento, sino también en su narrativa: las atrocidades del Estado que afectan a pueblos rurales y marginalizados”.

El interés por el códice llevó a que Osorio y el director del Museo de Antropología de Vancouver, Anthony Shelton, se reunieran con Juan Manuel Sandoval y Felipe Echenique en Ciudad de México. “Les interesaba el códice original y querían comprarlo”, recuerda Echenique.

Los investigadores respondieron que el códice no estaba en venta.

“Fue su idea donar, en todo caso, los recursos obtenidos a las familias de los desaparecidos”, comenta Osorio.

Los académicos contactaron a los familiares de los 43 por medio del antropólogo Jorge Cervantes, quien labora en las oficinas del INAH en Chilpancingo. Cervantes habló con Melitón Ortega, uno de los voceros de los padres, y le contó la propuesta de no venta y sí donación.

La ceremonia de la entrega del códice a los visitantes de Canadá y de los recursos a los padres de los 43, se realizó el 26 de enero pasado en la sede del Sindicato de Telefonistas, en Ciudad de México. Estuvieron presentes la mayoría de las familias de los estudiantes desaparecidos, los investigadores del INAH, Laura Osorio y Anthony Shelton.

“Los padres comunicaron su agradecimiento y dijeron que iban a seguir luchando –rememora la curadora–. Mi impresión es que tienen la esperanza de que si continúan manifestándose y haciendo conocer a gente de afuera de México que siguen sin respuestas, eventualmente tendrán resultados”.

El original fue exhibido, además del Museo de Antropología, en el Museo del Castillo de Chapultepec, en el Museo de las Culturas, en la Gran Plaza de Monterrey, en el Palacio de Cortés en Cuernavaca, en Guadalajara y Puebla. Foto: El Sur

UN CÓDICE QUE VIAJA

Cuando concluya la exposición Arts of Resistance, el códice se integrará a la colección permanente del Museo de Antropología de Vancouver.

Hace tiempo, cuando quedó terminado, el ingeniero en computación Carlos Ortega lo fotografió y lo subió a la plataforma YouTube.

Echenique cuenta que en enero de 2016 se cedieron a las familias de los 43 varias réplicas del códice impreso en tela. De cuatro metros de largo y 60 centímetros de ancho, también se donaron dos piezas a la biblioteca de la normal de Ayotzinapa. En total se reprodujeron unos 60 códices. “Fuimos a Guerrero a entregarlos”, dice el historiador.

El original fue exhibido, además del Museo de Antropología, en el Museo del Castillo de Chapultepec, en el Museo de las Culturas, en la Gran Plaza de Monterrey, en el Palacio de Cortés en Cuernavaca, en Guadalajara y Puebla.

Ahora está en Canadá y ahí se va a quedar.

Mientras tanto, los investigadores del INAH seguirán en el lobby del Museo de Antropología los domingos previos al día 26 de cada mes. “Al menos hasta que nuestras condiciones de salud nos lo permitan”, dice Felipe Echenique. “El compromiso que hicimos en ese entonces sigue vigente”.

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