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FRACKING Y ECOCIDIO, LA TRISTE REALIDAD QUE VIVE VERACRUZ. UN TEXTO DE RUBÉN ALBARRÁN

Ciudad de México.- Con motivo de la presentación de Café Tacvba en el Festival Cumbre Tajín 2018, viajé al norte de Veracruz, área geográfica llamada el Totonacapan. Estando allí, me encontré con una defensora de derechos humanos y del territorio, quien me llevó a ver de cerca la triste realidad que está viviendo Papantla.

Partimos desde mi hotel en la ciudad petrolera de Poza Rica (conocida en el pasado como la capital del petróleo) en su auto compacto. De inmediato abrimos las ventanas para recibir algo de fresco, ya que la temperatura ambiental era elevada. A los pocos minutos de camino, mis manos se sentían grasosas y el cabello igualmente pegajoso, además el olor en el ambiente era como suele ser en Poza Rica, a azufre y petróleo.
Una vez que salimos de la ciudad de Poza Rica, comenzaron a aparecer poblados y comunidades, que de entre la vegetación y terrenos de cultivo, conviven con pozos de extracción. Casas, pozos de petróleo, maizales, escuelas y quemadores de gas (algunos queman ese gas natural que es 86 veces más dañino a la atmósfera que el CO2) conviven en un mismo espacio.

Los poblados son sucios y con negocios que se repiten como un loop, sin cesar: bares, tiendas de agroquímicos y farmacias.

Me compartió mi acompañante que aproximadamente desde el 2010, cuando comenzaron a llegar compañías privadas, en su mayoría transnacionales y con las que Pemex (Petróleos Mexicanos) ha hecho convenios para la exploración y extracción de hidrocarburos, la zona se encareció. Llegó la marabunta petrolera.

Esta zona ha tenido de antaño esa vocación petrolera, pero no es ancestral. Como muchos de nuestros males del mundo actual, proviene de hace poco menos de siglo y medio y con el paradigma de la Revolución Industrial. Maldita sea.

Pero eso no es lo peor, en estos años recientes con este nuevo auge extractivista, llegaron los monocultivos, de cítricos y de maíz hojero, como ejemplo, que utilizan cantidades enormes de agroquímicos; llegaron los giros negros, esos bares con tráfico de personas y con ello, el narco, las desapariciones, los levantamientos.

Existe aquí la organización “Familiares en Búsqueda María Herrera”, que suman más de 55 familias en búsqueda de sus ausencias. Son los menos, la mayoría de los casos no son denunciados; la población está llena de miedo, es decir, se impuso en la vida de la región todo el paquete caótico, oscuro e involutivo de la guerra, que aún cuando nadie quiere reconocerlo, seguimos viviendo hoy los mexicanos. Sí, en México vivimos en guerra y hay que decirlo.

Ya fuera de la ciudad nos encontramos con hermosos paisajes de cultivo de cítricos, en los que aquí y allá, se ven pozos de fracking. Y pienso en lo tanto que me gusta el jugo de naranja y en que el marchante de mi mercado local donde compro mi fruta, dice que las naranjas son traídas desde Veracruz, quién sabe, probablemente de aquí, de Papantla. Toda esta tierra está contaminada y aquí crecen esas idílicas frutas, ¡de las que bebo mis deliciosos jugos!
N.d.R: Debido a la baja permeabilidad de las lutitas, la extracción de los hidrocarburos requiere la utilización de la fracturación hidráulica o fracking. Esta técnica parte de la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo. Seguidamente, se realizan una serie de perforaciones horizontales en la lutita, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones. A través de estos pozos horizontales se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de los hidrocarburos de los poros. Pero este flujo disminuye muy pronto, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Por este motivo, la fracturación hidráulica conlleva la ocupación de vastas extensiones de territorio.

Más adelante llegamos a un poblado y entre tiendas de la esquina y casas, se levantan señalizaciones de pozos: 7-3-99-74-14, y así…está plagada la población. Si uno mira hacia dentro de las brechas, en terrenos no tan baldíos, allí están los pozos. Pero la gente no hace la conexión de por qué tantos casos de cáncer. Una enfermedad en incremento en la región. Es común tener algún pariente enfermo o muerto de cáncer y ellos no conectan el enorme número de pozos con el incremento de enfermos.

Nos detuvimos cerca de la carretera, en un campo donde conviven pozos de hidrocarburos convencionales y de fracking. En la superficie se miran estructuras metálicas que llaman arbolitos, con ayuda de los que se extraen los hidrocarburos; por su diseño y al caer las lluvias, acumulan agua que se mezcla con grandes residuos de crudo que fácilmente pueden contaminar su entorno. Bajamos del automóvil para tomar algunas fotografías, pero a los pocos minutos, huimos del lugar; coincidimos que éste, no es nuestro bosque.

Una vez que cruzamos el puente, aparece un remanso; una reserva creada por la cooperativa “Tahlpan”. Las mujeres se organizaron y decidieron que allí no entraría el fracking ni la actividad petrolera. Como alternativa a la miserable derrama económica que genera esta actividad en las comunidades, la mujeres organizaron un parador turístico, donde se sirven delicias de la comida Totonaca; “Minchik” (mi casa, en totonaco) le llamaron. Alternativa esta que les costó sudor, sangre y lágrimas, pero que con valor y determinación defendieron y hoy se ven sus frutos: los cerros conservan su riqueza y esplendor.

Los cerros aquí son tan bellos, con especies animales y vegetales únicas. De entre los helechos que parecieran de tiempos prehistóricos, y de abuelos árbol gigantescos, de vez en vez asoman tucanes y murciélagos; armadillos y tlacoaches, osos hormigueros y una especie de felino inofensivo que juega en las copas de los arboles. Aquí la vida sigue floreciendo y se ve en la sonrisa de los niños.

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