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CON DOCTORADO, SU SALARIO ES EL MÍNIMO

El problema de la población desocupada con alto nivel de estudio no es sólo el desempleo, sino también los salarios.
El caso de Gabriela Méndez (*) lo refleja: con estudios en México y en el extranjero, tiene un sueldo de mil 400 pesos. El problema no es solo cómo vivir con ese dinero –que forman parte del dinero de su familia integrada por sus dos hijos y su esposo– sino también pensar en el futuro.
Estudiar para ella era la puerta para hacer lo que le gusta y al mismo tiempo tener una buena calidad de vida. Hoy sostiene que, por las fallas del Estado en su política de educación, generación de empleo y oportunidades, esa idea es ya una falsedad.
SinEmbargo realizó este ejercicio tomando como referencia las cifras más recientes de empleo y salarios, que identifican al país en el último lugar entre los países de la OCDE y con los sueldos y prestaciones más bajas en América Latina, para reflejar la realidad de de jóvenes y adultos en un país que no ha podido cerrar la brecha de desigualdad y falta de oportunidades.
Ciudad de México.– Gabriela Méndez, a sus 47 años de edad, tiene segura una cosa: tendrá que trabajar hasta los últimos días de su vida para poder subsistir.

Si su situación se mantiene como está actualmente, poco habrán valido su licenciatura, su maestría, su estancia en el extranjero, su doctorado y todo el gusto y el empeño por hacer investigación. Con todo ese currículum tiene un sueldo quincenal de mil 264 pesos, lo que le generará una pensión de 300 pesos por mes.

Un estudio de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), mientras el salario mínimo ha perdido casi 4 por ciento de su poder adquisitivo en la presente administración, el salario promedio, empujado por las abruptas caídas en salarios de trabajadores con posgrado, universidad y preparatoria, lo ha hecho en 14.4 por ciento.

En entrevista con SinEmbargo, la doctora Gabriela criticó que el Estado esté desperdiciando dinero en formar personas que luego no podrá emplear y tampoco podrá ofrecerles un salario adecuado.

De los 746 mil nuevos empleos creados en 2017, 272 mil corresponden a plazas con ingresos de hasta tres salarios mínimos, mientras que 363 mil se perdieron en los segmentos de mayores ingresos, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) difundida esta semana por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Para Gabriela, la fórmula de estudiar para asegurar un trabajo y un buen salario, es “una falsedad” en el México actual. Del año 2000 a la fecha, la tendencia de contratar personas con estudios de los niveles medio superior y superior disminuyó. Mientras que antes representaban el 30 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) desocupada, en 2017 se ubicó en 47 por ciento.

“Inicié mi licenciatura la inicié en 1991 en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Hice la maestría en Estudios Políticos y Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y luego una estancia de investigación en España, por un año. Luego el doctorado, en lo mismo”, cuenta.

Fueron 10 años y medio de preparación académica. Todos los grados los sacó con mención honorífica.

Tuvo becas, a su primer hijo y trabajó en el Tribunal Electoral, pero tras la llegada de un nuevo Magistrado, le pidieron la renuncia a pesar de que había ganado la plaza por concurso de oposición. El argumento fue “ya llegó un nuevo jefe”.

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