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¿QUÉ PODRÍA VENCER A AMLO? SÓLO QUE ÉL MISMO SE META EL PIE, DICEN POLITÓLOGOS Y ENCUESTADORES

Ciudad de México.– En la que será su tercera contienda presidencial al hilo, Andrés Manuel López Obrador se perfila, hasta hoy, como el favorito del electorado, de acuerdo con las encuestas nacionales más recientes, pero con el agravante de dos fracasos en las urnas a nivel federal: uno en 2006 y otro en 2012. Hoy, mencionan historiadores, politólogos y encuestadores consultados por SinEmbargo, “El Peje” no es el mismo de antes; tampoco las estructuras políticas y sociales que lo apoyan o que se le oponen. ¿Qué cambió? ¿A qué se enfrenta AMLO y qué lo impulsa?

Historiadores como Lorenzo Meyer Cossío, del Colegio de México (Colmex) y Luis Alberto de la Garza Becerra, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como los politólogos Enrique Toussaint, de la Universidad de Guadalajara (UdeG); Gibrán Ramírez Reyes, de la UNAM; Gustavo López Montiel, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM); José Fernández Santillán, también del ITESM y Víctor Manuel Reynoso Angulo, de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), además de los directores de las casas encuestadoras Demotecnia y Parametría, dieron su opinión sobre los factores positivos y negativos que podrían impulsar o hundir al candidato de las izquierdas.

El próximo 1 de julio los votos estarán divididos, refiere Rodrigo Galván de las Heras, director general de la casa encuestadora Demotecnia. Una parte apoyará las posturas antisistema –como las de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y el Partido Acción Nacional (PAN)– y otra se decidirá por los que se oponen radicalmente a López Obrador –y que votarán por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) o por el mismo PAN, ahora aliado con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y con Movimiento Ciudadano (MC)–.

Lo cierto es que “la elección será de dos y no de tres”, concuerda Francisco Abundis, director general de Parametría, quien como Galván de las Heras, anticipa que López Obrador acapare el voto antisistema. No obstante, comenta, si Ricardo Anaya Cortés o José Antonio Meade Kuribreña declinan, la balanza se inclinaría a favor de uno de ellos, quien ganaría los votos del otro. Así, la elección tendría márgenes de votación cerrados y la victoria de AMLO sería menos clara o contundente.

El “eterno candidato” parece ir con viento en popa para salir victorioso, aunque también hay obstáculos que podrían hundirle el sueño. Quizá el principal de ellos sea su “enfrentamiento con los intereses creados”, como destaca el historiador, académico y politólogo Lorenzo Meyer Cossío.

Para el profesor emérito del Colmex, AMLO representa una amenaza para la alianza entre los grandes capitales y el PRI, que es una oligarquía con un “arreglo en donde la corrupción es parte sustantiva”, siendo que podría exigir rendición de cuentas a esa “mafia del poder”.

López Obrador, no obstante, tiene muchas posibilidades de salir avante, sobre todo por la coyuntura actual de “deterioro”, explicó el autor de Distopía Mexicana, su más reciente libro, donde reprueba el actuar de los últimos cinco años del Gobierno mexicano y lo contrasta con los paupérrimos resultados que le ha dado a los ciudadanos.

Ese deterioro, dice Meyer, lo ejemplifican el PRI, que regresó a Los Pinos este sexenio y que no goza de buena reputación, y el PAN, que es el partido que desperdició una oportunidad histórica –la de la transición democrática– al gobernar “igual o peor” que el PRI: “sin proyecto, con la misma corrupción, sin rumbo”.

Pero falta que AMLO pueda superar “la enorme cantidad de dinero que se pone en las campañas para destruirlo”, así como las estructuras burocráticas, incluidas las de las autoridades electorales, mismas “que no son neutras” y que lo obligarán a tener que “ganar de manera abrumadora para poder sobrepasarlos”, reflexiona el historiador del Colmex.

¿Qué tendrá más peso entonces: el sistema al que se opone, o la resistencia que AMLO y Morena representan?
CLAROSCUROS DEL PODER DE AMLO

De acuerdo con los analistas consultados, el handicap de López Obrador tiene claroscuros. Por la vía positiva, está la ventaja de su campaña permanente en los sectores populares, la construcción de un movimiento como el de Morena, el desgaste de las administraciones recientes y el voto duro a su favor –de al menos 7.6 millones de votos potenciales, refiere Buendía & Laredo–.

Sin embargo, tendrá que cuidar los sufragios de corte antisistémico de la clase media –que en gran medida se disputa con el PAN– y evitar generar desconfianza con grupos de élite política y empresarial, como cuando en 2012 se opuso a la apertura del sector energético y a la inversión privada.

En la actualidad, el primer punto a favor de Andrés Manuel es su referente como el candidato antisistema, concuerdan los especialistas. Inclusive, algunos mencionan que asimismo será el depositario del voto nacionalista en México –por aquello de su discurso contra Donald Trump–. Esta situación abonaría a su posible victoria.

Enrique Toussaint dijo, en ese sentido, que la diferencia de ahora es que AMLO arremete sólo en contra de la clase política y ya no en contra del empresariado, como pasó, por ejemplo, en las elecciones de 2006. Su discurso ha cambiado, observan politólogos, historiadores y encuestadores. Ya no es tan radical. “Ha venido atizando y moderando posturas que antes le generaban rechazo en sectores sociales”, comentó Toussaint.

Ejemplo de ello es el acercamiento entre AMLO y el empresario regiomontano Alfonso Romo Garza, quien pasó del amor al odio por el tabasqueño. Mientras que en 2006 apoyó campañas de desprestigio contra “El Peje”, este año figura como el coordinador de trabajos para su proyecto de nación 2018-2024.
No es el único con el que Obrador limó asperezas. También su proyecto incluye alianzas con el PRD, MC, PES y PT, por mencionar algunos ejemplos. Esta estrategia es vista por los analistas como un mensaje que puede convencer a algunos electores, de diferentes sectores al interior del país, que no han sido tradicionalmente sus votantes –no es fuerte en el norte y bajío del país–.

Y lo que explica gran parte de sus derrotas, dicen los politólogos, es que su voto sigue estando excesivamente concentrado. No obstante, su peso electoral es contundente por ahora. El promedio de resultados de los ejercicios demoscópicos de Buendía & Laredo, Consulta Mitofsky, Grupo Reforma, el Gabinete de Comunicación Estratégica, además de una atribuida a la Presidencia de la República, plantea que el tabasqueño saldrá victorioso con al menos 9.71 puntos porcentuales de ventaja sobre su opositor más cercano.
Paradójicamente, las alianzas que está realizando y que lo alimentan de votos frescos, también incluyen la apertura a diversos actores políticos con ideologías opuestas que podrían resultarle contraproducentes. Es el caso de la ex panista Gabriela Cuevas, quien fuera su detractora, o de Cuauhtémoc Blanco, quien representa a un partido de ultra derecha [el PES]. Incluso están Tatiana Clouthier, la ex blanquiazul que hoy coordina su campaña política, y Susana Harp, coordinadora de Morena en Oaxaca y familiar del empresario Alfredo Harp Helú –detractor de AMLO-.

A ello se suma el factor del discurso, que según de la Garza, Reynoso, Santillán y Toussaint, no es “sólido” puesto que se basa en los odios y resentimientos de la gente contra la clase política. Sin embargo, reconocen que sus posturas son más concretas que las de sus oponentes: Su proyecto nación 2018-2024 se centra en abatir la corrupción y en generar condiciones dignas de vida para la población con un gobierno democrático y abierto, en el que, por ejemplo, el fuero presidencial sería un hecho y las declaraciones patrimoniales obligatorias.

“Los errores políticos derivan de este pragmatismo al aliarse con sectores que no son progresistas o incluso conservadores. Deja muchas dudas de cómo sería su gobierno y el estado del partido [Morena] es muy confuso, pues sus sectores tradicionales y más comprometidos han sido desplazados por personas que se han unido recientemente y que pertenecían a otras organizaciones”, comentó el historiador Luis Alberto de la Garza Becerra.

No hay que olvidar que algunos “amigos” de AMLO ya le resultaron un tiro por la culata, llámese Eva Cadena, Gabino Cué, Graco Ramírez, Gustavo Ponce, Juan Sabines Guerrero, Mario Alberto di Costanzo, Polimnia Romana, Rafael Acosta (“Juanito”), René Bejarano, Rigoberto Salgado, entre otros.
EL MESÍAS DE IZQUIERDA

En su origen hebreo, “mesías” significa el ungido (con aceite) como nuevo rey. En la historia y antropología de las religiones, en cambio, refiere al héroe o agente de cambio que implanta un nuevo orden de las cosas.

El “mesías tropical”, como se conoce a AMLO de manera despectiva, ha sido causa de éxodos como el de enero de este año, cuando varios militantes del PRD en el Estado de México –que dicen representar entre 50 y 71 mil personas– renunciaron a su partido para unirse a las filas de Morena.

La fuerza de convocatoria de López Obrador, no sólo de políticos sino también de electores, responde a la “percepción de triunfo” que se tiene de él, como apunta Rodrigo Galván de las Heras. Pero también está su carisma y su calidad moral, que de acuerdo con Lorenzo Meyer, ni Anaya ni Meade tienen.

“El estilo de Andrés Manuel es su biografía […]. Nadie le puede encontrar, en un mundo en donde la corrupción es endémica, una casa blanca”. Para el historiador del Colmex, es un personaje congruente consigo mismo y quien demuestra tener más compromiso social que sus oponentes –pone de ejemplo cuando se fue a vivir con los indios chontales–.

AMLO es entonces al PRI, como Moisés a los egipcios para el pueblo que reprocha al sistema. Pero a pesar de su imagen de “sencillez y conciliación”, dice Gustavo López Montiel, su simpatía puede caer “por confrontaciones en momentos pocos adecuados”. Ya sucedió en 2006 y en 2012. Y en ese sentido, AMLO puede ser el peor enemigo de AMLO.

“López Obrador tiene tendencia a entender la política como conflicto, como enfrentamiento y polarización. Es un hombre de combate y no de arreglos y conciliación. Por ejemplo, en el Estado de México, bien hubiera podido llegar a un arreglo con el PRD para poder ganar las elecciones. Pero con su actitud impositiva e intransigente, provocó que el PRD lo mandara por un tubo”, explicó a SinEmbargo el politólogo José Fernández Santillán.

Fuera de ese riesgo, los historiadores, politólogos y encuestadores ven a una sociedad con menos miedo al “Peje”. Inclusive la guerra sucia que ha venido aflorando en su contra no la ven como un riesgo por dos cuestiones: porque “tiene a su favor las campañas electorales previas, no tanto como experiencia sino como vacuna, pues la gente ya sabe lo que van a decir de él”, dijo Gibrán Ramírez Reyes. Y porque ya es capaz de manejar los ataques de mejor manera, “haciendo incluso ironías cuando lo comparan con Maduro o lo atacan por filoruso”, mencionó Luis Alberto de la Garza Becerra.

Además, las críticas y miedos fuertes contra AMLO, que por tradición son de corte económica, no resultarán tan efectivas en un contexto nacional en que, al cierre de 2017, registró el mayor incremento de precios desde el año 2000, con una inflación anual de 6.77 por ciento, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Por eso, los analistas refieren que la guerra sucia deberá buscar “cosas nuevas qué decir”, en caso de querer ampliar su efecto contra el candidato de las izquierdas.

Ante la guerra de desprestigio, no obstante, los especialistas son positivos. Concuerdan en que López Obrador se puede equivocar y decir tonterías, pero siempre está en boga. Es decir, tiene la posibilidad de marcar la agenda, lo que es muy importante en tiempos de campaña.

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