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MUDANZAS

Una de las escenas que más recuerdo de mi infancia fue cuando estrenamos escuela. Eran cuatro cuartos con techo a dos aguas de concreto y block, un encino enorme era su vecino, el éxodo de los niños a la escuela se podía ver por la calle principal, todos cargábamos una silla, algunas madres o padres que acompañaban a sus hijos les ayudaban, era el desfile de la silla, de todo tipo, no podía faltar la silla de la cervecería, aquella que se podía doblar, de metal dorado con el águila negra en el respaldo, varios llevábamos de esas, de madera también, un festival de la silla se hubiera organizado fácilmente ese día, nada de eso importaba, uno mira las cosas de una manera diferente cuando se es niño, para mí era toda una aventura, el tamaño de los salones me parecía perfecto y el que los tuviéramos que limpiar y lavar a cubeta más aun pues nos mojaríamos y la pasaríamos bien, todo era diversión. \r\nOtro de los objetos que uno puede llevar a la escuela y que ese día se podía ver, era sin lugar a dudas la mochila, la mochila que podía ser una bolsa amarilla del mercado Calimax, recién llegado a la ciudad por esas épocas, un saco de harina del rosal con una soga amarrada por los costados, una hecha de tela y cosida con estambre, podía ser cualquier cosa que nos sirviera para cargar el cuaderno Escribe que lucíamos nuevecito, la mochila que nos habían comprado el año pasado y que aun aguantaba más.\r\nRecuerdo a los maestros que muchos de ellos eran muy jóvenes, los mandaban a batallar a nuestras colonias, colonias que se desarrollaban muy rápido y con familias con bastantes hijos que educar, sobre los hombros de aquellos maestros caía la responsabilidad de aquellos menesteres, nada fáciles éramos como niños. Ahora no puedo comprender de donde salía la calma de los maestros, corríamos a diestra y siniestra, a pesar de ello nos manteníamos en aquel lugar, aun costado de la carretera federal donde cada año sucedía una tragedia, la curva Macias, en el recreo se volvía una tentación subir la cuesta para ver pasar los carros que a dos carriles venían de Mexicali, en ese curva pasaba de todo, caía de todo, tomates, cerveza, cemento, de todo volcaba hacia abajo y la gente de acerba para llevarse algo, como avispas, nunca paso nada grave para los niños de la escuela y siempre estuvieron muy atentos a la situación los maestros.\r\nHoy puedo ver esa escuela y es muy diferente, así también muchas de las condiciones de aquella colonia, en donde nos desarrollamos, puedo decir que muchos niños que iniciamos en esa escuela de cuatro cuartos obtuvieron los mejores lugares en aprovechamiento y en los concursos de conocimientos siempre estábamos en los tres primeros lugares, mucho de ello se debe a la dedicación de nuestros padres y al empeño de los maestros de esas escuelas, porque para nosotros como niños, aquello era pura diversión, para nuestros padres y maestros fue trabajo constante y no dejar caer los brazos, continuar a pesar de las precariedades que seguramente los niños de esa escuela que se sembró en aquel lugar junto con sus árboles, ahora podemos ver con otros ojos y valorar su paso por la historia individual de cada uno de nosotros y que es la historia de todos.\r\n

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