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FRANCISCO “EL MORO” I

Germán Ramos González\r\n\r\nCapitulo I\r\n\r\n Para los que ven caminar con pesadumbre a aquel hombre de mediana estatura, tez más morena y curtida por el sol, nunca podrían imaginarse que años atrás era una persona de familia, trabajador, productivo y responsable. Algo había sucedido en su vida que orilló a Francisco a tirarse al vicio, primero al alcohol, luego a la mariguana, ahora le entra a todas las drogas, lo que caiga o a lo que puede obtener con los pocos centavos que consigue de dádivas.\r\n Francisco, no es uno más de los vagabundos que caminan sin rumbo fijo por las calles de Tecate, él se distingue con facilidad. Habla poco, pero es contundente. Recuerda cosas que lo hacen conmoverse, tal vez aún tenga familia, quizá nos lo dirá. A Francisco le dicen “El Moro”, antes era güero dice, pero ahora más bien tiene la piel quemada por la droga y el destellante sol que azota en verano estas tierras montañosas.\r\n El Moro, como ya se acostumbró a que le digan, va y pide un poco de alimento a la Iglesia o a algún otro lugar, luego no vuelve a probar nada formal durante el día. Cuando tiene suerte obtiene un trozo de pan bueno o fruta en un tambo de basura. A veces no sabe quién es, no escucha, no mira, no habla. Sus lagunas mentales son cada día más profundas.\r\n Es como otros, invisibles para la sociedad que camina al lado de ellos, pero que su condición los hace imperceptibles, que decir de los gobiernos, quienes jamás se preocuparán por los infortunados, por aquellos que por distintas causas se tiran al vicio y a la perdición, se alejan de los suyos y prefieren vivir o más bien sobrevivir en la inmundicia y la miseria, exponiéndose a todo, hasta el mismo escarnio social, a ser reducidos a escoria, a nada.\r\n Francisco hace unos meses sonreía y gustaba de contar sus anécdotas, algunas tienen lógica, otras son casi inverosímiles, pero bueno, suenan igual de interesantes y aventureras. Él ha recorrido casi todos los lugares de Baja California Sur y Norte, ha vivido en ellos, desde los pueblitos hasta las ciudades, de primero trabajaba y podía pagar renta de algún cuarto, luego su cerebro colapsó y no soportó más, por lo que ahora fantasea, se agotó su raciocinio es serio, no tiene nada porque sonreír, sus fuerzas poco a poco son cada vez menos, pero su espíritu de niño lo mantienen de pie, firme, no se enferma, no llora, la fuente de sus lagrimas ya se acabaron desde hace tiempo, ahora solo tiene marcadas las huellas indelebles del sufrimiento en su rostro, unas enormes arrugas que atraviesan su geografía facial y que no dejan duda a una terrible vida de dolor.\r\n\r\n En estos capítulos conoceremos a El Moro, tal vez un personaje sin importancia, pero que tuvo algo que decirnos, será verdad, será fantasía, solo usted lo podrá decidir, siga a Francisco en sus aventuras a través de: radartecatenews.com.\r\n\r\n\r\nFoto: Voltios

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