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EL SANTA CLAUS TECATENSE, UNA HISTORIA REALMENTE CONMOVEDORA

Por: Germán Ramos González/ Especial Radar Tecate News

Tecate, B.C.- Santa Claus, Papá Noél, San Nicolás, o como quiera que le llamen en las distintas regiones del mundo, puede ser un personaje mitológico, creado inclusive con fines comerciales, pero creer o no en él, aunque es opcional, causa un parteaguas en los valores de los niños, todos inevitablemente que sonríen al ver al viejo barbón y panzón, vestido en traje rojo y cargando un costal lleno de juguetes más de 66 millones, dice. Entra por la chimenea y llega únicamente una vez al año: En Nochebuena.

Aunque la celebración de Navidad, es justamente el nacimiento de Jesús en Belem, muchas culturas han desviado su atención, para aprovechar los días de asueto, para convivir con la familia, desearse buenas cosas y darse regalos. Pero hay un hombre que conjugó esos dos conceptos en uno solo y se trata de Pablo Contreras Quinto, tiene 38 años de edad, actualmente vive en los Estados Unidos y cada año se viste de Santa Claus para donar regalos y hacer felices a muchos niños tecatenses.

Pablo nació en Tecate, en el Sanatorio María Teresa, no tuvo la fortuna de contar con un padre que lo guiara en su camino, pero si a una madre luchadora, aguerrida que lo sacó adelante a como se pudo, al igual que a su hermana Magda.

De niño vivió en la colonia Juárez y diariamente se iba a la calle a juntar botes de aluminio, llevando consigo a su hermana y un costal para echar los botes que recogía de la basura, eso le daba para ganar un dinerito, en lo que su madre Laura Elena Quinto laboraba en una maquiladora de ensamble, para luego llegar hacer donas y darle una charola a Pablo para que se fuera a vender.\r\n Pablo recuerda que llevaba a su hermana al parque de la colonia Juárez, en donde la dejaba jugar un rato en lo que él aplastaba los botes para que no hicieran tanto bulto.

Estudio unos años en la escuela Benito Juárez, luego se cambiaron de residencia a la colonia Lázaro Cárdenas entrando a la escuela Guillermo Prieto, donde termino su primaria, para después ir a estudiar a la secundaria 19, Francisco González Bocanegra.

El Santa Claus tecatense, como le apodan, dice con mucha seguridad: “Cuando un niño sonríe… cada sonrisa que tu le provocas entra en un sobre blanco que va hacia el archivo donde Dios tiene tu información. Para que el día que tu mueras y vayas a rendir cuentas, Dios al abrir el sobre salen las risas de los niños como maripositas iluminadas que sorprenderán al Señor y le sacaran una risa de alegría. Ese es mi mayor logro. Y eso tal vez ayudará a abrir una puerta al cielo. Así pienso yo y con ese escudo navego”.

Pablo relata que una vez, cuando se encontraba juntando botes en el centro, se le quedó viendo a una señora que cada día se ponía a vender nopales pelados a las afueras de la Tienda Tres Hermanos, fue con la cajera y le dijo, deme 10 bolsitas. Su hermana lo detuvo y le dijo que no fuera a comprar nopales, que en su casa tenían muchos. Por la tarde, estaba cortando y pelando nopales con su mamá y al siguiente día ya andaba vendiéndolos en la calle.\r\n Un día de esos, se le acercó el profesor Adolfo Morales León “El Patito”, quien motivado por lo trabajador del niño y que parecía ser un buen comerciante, le ofreció trabajar para él en un camión de tacos que recién había comprado, se llamaba Tacos y Tortas El Patito. Pablo tenía unos 10 años y ya participaría en un empleo formal. Lejos estaba de pensar que esa invitación cambiaría su vida para siempre.

Trabajó al lado del profesor Adolfo, luego con su hermano Rafael Morales León, ya fallecido, recuerda Pablo que se ponían en una esquinita frente a la Casa Social, cuando estaban haciendo el bulevar Defensores, allí llegaba gente de todas partes por los famosos tacos a vapor y las tortas de lomo, acompañados del agua de horchata o cebada.

Varios años trabajo al lado de los Patitos, siguió estudiando, entró a la Secundaria 19, en donde recuerda con mucha gratitud que la profesora María Elena Vázquez le regaló consecutivamente los uniformes porque no había dinero para comprarlos.

Echando memoria, dice que cuando tuvo uso de razón: “Más que nada cuando se es niño y llegan las navidades y esperas abrir un regalito y no hay nada con tu nombre en el arbolito, sientes que Dios no existe, que nadie te quiere, que le agarras un odio a la navidad por creer que el Santa Claus es el culpable de la escaces de regalos para ti y a mi me pasaba cada año, por eso me nació el querer comprar un juguete para un niño de mi colonia”.

Con orgullo dice que el profesor Adolfo fue como un padre para él, que lo apoyó mucho, le enseñó valores y a trabajar, inclusive al terminar la secundaria su futuro era incierto, por lo que el profesor Adolfo y su esposa la profesora Lupita Martínez le compraron libros y el uniforme deportivo, así como pagaron la inscripción para que entrara al Cobach Tecate, luego abandonó los estudios y anduvo un tiempo de vago, se fue a Tijuana y se creyó independiente.

Nuevamente Rafael Morales “El Patito”, lo invitó a que le ayudara para vender tortas y tacos en un torneo nacional de béisbol que se celebraría en el Estadio Manuel Ceceña, se regresó para ayudarlo y las horas fueron largas, los juegos duraban hasta las 2 de la mañana y al último andaban vendiendo hasta sandwich, porque ya no había nada más.

Pablo también recuerda con lagrimas en los ojos, como sus amiguitos de la infancia tenían en la Navidad juguetes y regalos nuevos. En cambio él con el mismo carrito de hacía años. Esos detalles le marcaron la vida.

Otro hecho, fue que en su escuela en sexto grado hubo un intercambio de regalos, a él le tocó regalarle a la maestra Maribel y pues contento, le pidió a su mamá que le diera un regalo envuelto para llevarlo. Nunca supo, sino hasta que vio cuando la profesora abrió el paquete, que se trataba de un par de jabones en una cajita recortada. Esos jabones eran parte de un juego de tres, que su madre había comprado para ella, pero que al no tener dinero, sacó uno, recortó la caja y la envolvió, La maestra también se dio cuenta y lloró mucho.

La vida de Pablo cambio de nuevo, dejó la vagancia y las malas compañías, se casó con una prima de los Patitos de nombre Verónica Morales, la que sería el amor de su vida y tiempo después emigró a Estados Unidos, en donde empezó a trabajar duro para sacar adelante a su familia, tiene tres hijos Pablo, Oscar y Andrés, labora como chofer de una grúa para camiones pesados de la empresa PC Towing, también da servicio de taquería para eventos.

Marcado por su infancia y la gratitud, cada año Pablo empezó a vestirse de Santa Claus, durante el año iba comprando juguetes con su propio dinero, el que le sobraba claro, ya que no es rico, todo es producto de su trabajo y ya entrando diciembre adquiría dulces y chocolates que los trae a Tecate y en las taquerías El Patito I y II, se establece durante todo el día, dando los regalos y los dulces, así como su esposa toma fotografías y también las entregan gratis a la gente.

Pablo no busca destacar, de hecho lleva años haciendo esto, aunque de manera formal desde el 2010, no busca fama, ni ser reconocido, porque ese hombre-niño, lo hace de corazón, con tal de ver sonreír a un pequeño.

Se conmueve con nada, su corazón, a pesar de la infancia vivida es blandito, se esfuerza y logra su cometido.

Gracias Pablo, este artículo sin duda lo sorprenderá porque no es su intención dar a conocer lo que hace, pero Radar Tecate lo eligió a él como ejemplo de bondad, de gratitud, de entrega, de amabilidad, de altruismo, para patentar que la Navidad de Jesús si tiene un objetivo y que los valores humanos no se han perdido pese a lo convulsionado que está el mundo, que todavía hay almas caritativas que buscan ayudar y hacer el bien sin esperar nada a cambio.

Él es Pablo Contreras, el Santa Claus Tecatense, ese hombre que junta 300 juguetes y que un día regaló un billete de 500 pesos a un ancianito que empacaba mandado en un supermecado y que el viejito lo miró con asombro y le dijo muchas gracias señor, quién es usted. Pablo con aplomo le dijo, “soy Santa Claus, pero el dinero se lo manda Dios”.

Feliz Navidad !

Pablo 4
El es Pablo, sin la barba blanca

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